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30/04/2018 AUTOR: Virginia Pérez Palomino Análisis & Inversiones, Cuarta edad

El envejecimiento se acelera, nos hacemos mayores

El envejecimiento se acelera, nos hacemos mayores

Que al planeta le están saliendo canas es una realidad. La edad media pasará de los 29,6 años a día de hoy a los 36,1 años en 2050; para entonces el número de personas con más de 60 años ascenderá a los 2.100 millones, frente a los 962 millones de 2017 y habrá más ancianos que niños. El envejecimiento de la población mundial se acelera a un ritmo sin precedentes, convirtiéndose en una de las transformaciones sociales más significativas de este siglo y afectando a todos los ámbitos: financiero, laboral, vivienda, salud, etc., así como a las estructuras familiares. Las claves las podemos encontrar en:

  • El aumento de la longevidad. La esperanza de vida también aumentará para 2050 y pasará del promedio actual de 68,6 años a los 76,2 años.
  • La reducción de las tasas de natalidad. En los países europeos no se logra el necesario reemplazamiento generacional con 2,1 hijos por mujer, queda por debajo en 1,6.
  • La jubilación de los baby boomers, aquellos nacidos en la década de los 50 hasta mediados de los 60.

 

Esta velocidad en el cambio es de mayor intensidad y más rápida en países con unos ingresos bajos/medios; muestra de ello es que tuvieron que transcurrir casi 150 años para que en Francia la franja de población entre los 65 años o más se incrementara del 10% al 20%. Por el contrario, en Brasil y China eso ocurrirá en menos de 25 años.

Las consecuencias de la quiebra de la pirámide poblacional son muy importantes y numerosas, partiendo de una población de adultos jóvenes menguada, que tendrá que asegurar la producción de los países y sostener a un amplio grupo de población anciana (envejecida). Los conflictos podrían surgir por el cambio en la asignación de los presupuestos estatales ante el enorme peso de los sistemas de seguridad social, falta de dinamismo de la sociedad o por diferencias entre regiones del planeta con estructuras piramidales diferentes, que incluyen la inmigración ilegal.

Los cambios en la tipología de consumo serán muy significativos, la alimentación crecerá suavemente, mientras que calzado o vestido descenderán. Sin embargo la tecnología y las comunicaciones seguirán avanzando entre los mayores. Pero, ¿qué ocurre con la productividad? Sin duda se verá afectada. La experiencia laboral hace que los trabajadores con más años sean más productivos, pero la salud se muestra más frágil y la adaptación a las nuevas tecnologías puede resultar más lenta. A ver, que generalizar siempre es equivocarse, pero los últimos estudios nos muestran que la productividad aumenta con la edad en un primer momento y alcanza su nivel máximo entre los 40-50 años.

¿Será Europa como la conocemos dentro de unos años? Seguramente no. La contigüidad geográfica intensificará la emigración a zonas próximas y nada más cerca de los jóvenes asiáticos o africanos que el Viejo Continente, la xenofobia está servida.

Ante este escenario demográfico, ¿cómo enfocar nuestra inversión en renta variable? Los denominados “activos seguros” son los favoritos para un tipo de inversor de más edad que quiere rentabilizar sus ahorros, pero dado el creciente número de estos inversores, las empresas englobadas en este segmento podrían, en un futuro, elevar sus cotizaciones de manera artificial, lo que resultaría peligroso.

Nuestro camino a la hora de la gestión de un patrimonio en un mundo que envejece se dirige hacia los sectores vinculados a esta tendencia demográfica. Centrarnos en lo puede ser el pasaporte al futuro de la inversión. Servicios privados de salud y planificación financiera, residencias y seguros de vida, farmacéuticas, productos dietéticos y de cuidado personal, compañías tecnológicas y de equipamiento médico, aquellas relacionadas con la cultura, los viajes y el turismo son algunas de las múltiples opciones vinculadas a la gestión de esta megatendencia.

La gestión activa puede llevarles hacia ese universo de sectores y compañías de una temática de largo plazo, de carácter no cíclico y de carácter relativamente predecible con unas interesantes tasas de retorno. ¿Pueden resistirse?

Virginia Pérez Palomino
Directora de Renta Variable

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