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18/09/2018 AUTOR: Gonzalo Ramírez Celaya Morning meeting

Economía sí, política no

Economía sí, política no

Hace pocos días hemos celebrado el décimo aniversario de la quiebra de Lehman y del inicio de un periodo de recesión global que poco a poco empieza a desaparecer. Desde el año 2012, las políticas de recortes, el encarecimiento de los costes de financiación ya sean públicos o privados y las quiebras empresariales dieron un giro por la nueva política monetaria del BCE, con su presidente Mario Draghi a la cabeza y su famoso “whatever it takes”.

A partir de ese momento los Estados, y más tarde las empresas, han dispuesto de una batería de instrumentos monetarios para solucionar la falta de liquidez y financiación a través del programa de compras de bonos (QE), iniciado en marzo del 2015 con el objetivo de respaldar el crecimiento económico y potenciar la inflación a niveles del 2%, sin olvidar las operaciones TLTRO (operaciones de financiación a plazo más largo con objetivo específico) donde se ofrecían préstamos a largo plazo a los bancos con la intención de promover la concesión de préstamos a empresas y consumidores.

Por el camino, las ayudas económicas a países como España, Irlanda, Grecia o Portugal han ayudado a mantener la unidad de la zona euro evitando el riesgo de que aquello que empezó en 1999 llegara a su fin demasiado pronto.

Aún es pronto para evaluar el legado de Draghi. Detractores no le faltan. Se han dado pasos para prevenir futuras crisis recapitalizando los bancos y actualmente se están buscando otros objetivos como la emisión de eurobonos o la unión fiscal, unas acciones positivas para la zona euro, pero no debemos olvidar que actualmente nos encontramos con un mercado tóxico e irreal donde los tipos de interés no representan la realidad de la economía.

En todo caso debemos preguntarnos por qué los tipos se mantienen en estos niveles, por qué seguimos con la expansión monetaria, a qué es debida una inflación tan lejos del objetivo y por qué el crecimiento de la zona euro no es tan robusto como se esperaba. Y todas estas preguntas no existirían si efectivamente se hubiera creado una institución supranacional con potestad para evaluar, auditar y en su caso prohibir las cuentas presupuestarias de cada miembro soberano, que han estado más centrados en mantener e incrementar el apoyo de sus votantes a base de mayor gasto que en sanear las cuentas estatales. Dicho de otra forma: nos hubiéramos ahorrado, por ejemplo, las continuas mentiras y falsedades de las cuentas públicas de Grecia para entrar en la moneda única que nos ha costado a día de hoy 172.600 millones de euros.

Entonces, ¿la culpa de la situación actual es del BCE o de los Estados?

Deuda pública

Durante estos años, pocos países de la zona euro han utilizado las medidas monetarias con tipos al 0% para reducir su deuda sobre PIB. En muchos casos las han ampliado. Países como Grecia (178,6%), Italia (131%), Francia (94%) o España (98%) pasan ampliamente del Pacto de estabilidad y crecimiento de la Unión Europea donde la marca fijada está en un máximo del 60%.

En el otro lado de la balanza nos encontramos a Alemania, que aun teniendo una deuda sobre PIB por encima del pacto de estabilidad, la ha rebajado en los últimos años desde el 77,5% hasta el 61% actual y con una previsión para el 2020 del 55,7%.

Déficit público

La reducción del déficit en algunos países ha sido significativa. Un ejemplo es España reduciendo de un 7% en el 2013 al 3,10% actual. Y efectivamente todos y cada uno de los Estados miembros lo han reducido por exigencias de Bruselas consiguiendo que la mayor parte de los países se encuentren en positivo.

Sin embargo nos encontramos en una situación incómoda y compleja al publicarse datos macro de la zona euro cada vez más flojos, donde el PIB ha pasado del 2,4% publicado en el primer trimestre de este año al 2,1 del segundo. Y lo más importante, estas caídas en los PIB son más acuciantes en aquellos países que mantienen un mayor déficit: Francia pasa de 2,1% al 1,7%, España del 3% al esperado 2,7%, Italia del 1,35 al 1,15%… La gran incógnita entonces será saber cómo estos países podrán seguir reduciendo sus déficits si nos encontramos, como dicen los analistas, en el final de un ciclo económico expansivo. Todo dinero que se gaste por encima de lo que se ingrese debe obtenerse mediante los recursos a la financiación externa y el porcentaje actual de deuda de la zona euro no es baladí.

Euroescepticismo

La realidad del euroescepticismo, basado sobre todo en la inmigración, es cada vez más fuerte en Europa. Dejando a un lado a Hungría, la mayoría de cuyos votantes son euroescépticos desde el año 2010, ahora nos encontramos a Italia con un 65% de euroescepticismo en el parlamento italiano y hace solo una semana hemos visto cómo en Dinamarca consiguieron el 21,1% de los votos. Pero no solo queda ahí eso: el Frente Nacional Francés un 33,90%, en Austria (FPO) un 25,9%, en Holanda (PVV) un 14% o Dinamarca (DF) con un 22% son solo un ejemplo de los movimientos populistas actuales.

Banco Central Europeo

La situación del Banco Central Europeo no es sencilla. Ha aceptado a regañadientes que debe solucionar las malas gestiones económicas de muchos de los Estados, y que aun con ganas de subir tipos de interés o al menos regularizar la situación anómala de los tipos negativos en la curva del euríbor, la situación de muchos Estados le prohíbe dar un paso adelante.

La política ha entrado en su forma de gobierno y sin duda el euroescepticismo, los déficit de los países miembros, sus porcentajes de deuda sobre el PIB y lo peor, los datos de crecimiento cada vez más débiles en la zona euro le prohíbe tener libertad de movimientos.

Seguirá comprando la deuda que vaya venciendo, mantendrá si es necesario la expansión monetaria y con el apoyo de Bruselas seguirán siendo permisivos con las irregularidades de los Estados miembros. Todo para que el euro resista.

El BCE y su permisividad o los gobiernos y su falta de responsabilidad. ¿Quién es el culpable?

 

Gonzalo Ramírez Celaya
Director de Renta Fija y Productos Estructurados

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