La inversión con objetivo de rentabilidad absoluta siempre ha tenido una gran aceptación entre los inversores. La promesa (o deseo) de generar rentabilidades positivas con cierta independencia del comportamiento general de los mercados financieros siempre nos resulta atractiva. Pero es ahora cuando este objetivo está despertando aún mayor interés. Las expectativas de cambio de ciclo en renta fija, así como unas valoraciones más ajustadas en renta variable, empujan a los inversores a replantearse su posición en activos tradicionales, mirando así hacia la gestión alternativa.
Por lo tanto, es precisamente ahora cuando debemos plantearnos cuáles son los principales atributos que debe ofrecernos la gestión alternativa, o gestión orientada a la rentabilidad absoluta. Y más importante, debemos entender las estrategias de inversión de los productos que nos interesan, para poder comprobar si cumplen dichos atributos.
La gestión con objetivo de rentabilidad absoluta es aquella capaz de generar rentabilidades positivas de manera consistente, con capacidad de preservación del capital, y poco correlacionada con los activos tradicionales. Durante los últimos años hemos visto cómo muchas estrategias de este tipo cumplían con parte de estas características, pero por desgracia al final acababan defraudando.
Dentro de la Rentabilidad Absoluta podemos distinguir al menos tres grandes categorías.
En conclusión, para que un producto orientado hacia la rentabilidad absoluta cumpla con nuestras expectativas, tan importante es que su proceso de inversión sea realmente válido para distintos entornos de mercado, como el éxito de su equipo de gestión a la hora de construir la cartera. Y esa combinación —buen proceso, buen equipo— no es todo lo frecuente que nos gustaría, por lo que si la diversificación de estrategias es importante para cualquier tipo de activo, en la rentabilidad absoluta es fundamental.
Gustavo Trillo
Responsable de ventas institucionales de Morgan Stanley Investment Management para España y Portugal