La primera cuestión a considerar en relación con las elecciones a presidente de los EE.UU. es que no está tan claro quién va a ganar.
Pese a que quitarse de encima la investigación del FBI es quitarse un gran peso de encima, dar por ganadora a Hillary Clinton es no conocer cuál es la situación actual de “la calle” en los EE.UU. Es no saber qué pasa por las mentes y los corazones de una parte importante de los norteamericanos. Ni la opinión que tienen allí de la candidata demócrata, sus votantes incluidos. Tenemos que tener en cuenta que lo que nos llega en Europa es una versión ampliada —por los medios europeos— de la antipatía que tienen los medios norteamericanos hacia el candidato republicano, la cual ciertamente se ha ganado a pulso. Pero, acertadamente o no, el pueblo norteamericano, o buena parte de él, no tiene la misma visión que nos llega a Europa, filtrada a través de los medios norteamericanos y europeos.
Dicho esto, la única forma de ser objetivos es apoyarse en las encuestas. Y digo no hay más remedio no porque nos desagrade lo que dicen —casi todas dan vencedora a Clinton— sino porque últimamente las encuestas fallan. Daban cero posibilidades a Trump y ya ven ustedes, ha llegado a empatar según esas mismas encuestas. Y lo mismo se puede decir del brexit.
Esperemos que esta vez acierten, porque los mercados sin duda prefieren a Clinton. Y también es cierto que siendo una candidata poco apreciada, Trump lo es probablemente menos todavía. Y da más miedo. Así que no es descabellado decir que la balanza se inclinará a favor de Hillary Clinton. Pero por poco margen y sin que descartemos sorpresas.
Tampoco hay que exagerar que ocurriría si ganara Donald Trump. Es un populista, sí, pero no es un populista que quiera acabar con el sistema económico capitalista ni con las empresas norteamericanas. De hecho quiere bajarles los impuestos. Y mucho, porque piensa que esa es la forma de relanzar la economía.
Pero vayamos por partes. Analicemos brevemente qué podría pasar en cinco mercados especialmente significativos: las bolsas de EE.UU., las europeas y las chinas, así como el mercado de bonos norteamericano y la cotización del oro.
Bolsas
Si ganara Trump tendríamos un primer momento de tensión y una caída de cierta magnitud. Pero luego el mercado se estabilizaría. Para afirmar esto me baso en dos cuestiones:
Entre el momento en el que Clinton ganaba en las encuestas y cuando se igualaron, ante la posibilidad de que el FBI investigara a Clinton —Trump incluso ganaba en más de una—, el mercado cayó un 3%. Y entre medias se produjeron unas declaraciones de la Reserva Federal que daban casi por segura una subida de tipos de interés en diciembre. En otras palabras: el susto del mercado ante la posibilidad —muy real— de que Trump pudiera ganar las elecciones fue de menos del 3%. Si se materializara la amenaza podríamos tener una caída adicional, pero se puede decir que esa posibilidad la descontó el mercado, al menos parcialmente, con esa caída que, insisto, no se debió solo al tema político.
Para los mercados una subida de tipos en EE.UU. es una cosa muy seria. En cambio la capacidad de un presidente norteamericano de influir sobre la economía es limitada. Allí no se funciona tanto con el BOE, como ocurre en España y en Europa.
Y las cámaras —Congreso y Senado— tienen mucho peso. Pueden maniatar a un presidente. Si observamos la evolución del Dow Jones en los últimos cien años veremos que la influencia de la política es relativa. En el medio y largo plazo tienen mucha más importancia las decisiones de Reserva Federal, los ciclos económicos o las innovaciones tecnológicas.
Lo que estaría garantizada con Trump es la volatilidad, debida a los arrebatos de Trump en la escena internacional, política o comercial.
Si el martes gana Trump, en Europa sufriríamos más que en EE.UU. En el peor día para Hillary de la semana pasada, el Dow Jones no cayó ni medio punto, pero hubo índices europeos que cayeron un 2%. ¿Temor a que Trump nos haga pagar la defensa frente a Rusia? ¿Visión mediatizada de la “amenaza Trump”? El motivo es secundario: la conclusión es que Trump asustaría más a las bolsas europeas que a las norteamericanas.
No olvidamos las bolsas chinas. Si ganara Trump deberían verse afectadas, pero con dos matices:
a) La capacidad de ataque económico que tiene el Sr. Trump frente a China es inversamente proporcional a las posiciones chinas en deuda pública norteamericana. Muchos presidentes han querido ajustar cuentas con China y muy pocos lo han hecho, pues el peso inversor de China en bonos norteamericanos limita seriamente la capacidad de maniobra de cualquier presidente.
b) No creo que los chinos inviertan pensando en la animadversión económica que puedan sentir los norteamericanos hacia ellos. Y, en cualquier caso, no es nueva. Será un foco de tensión, pero no creemos que una victoria de Trump hunda la Bolsa china como puede hacerlo una devaluación unilateral y por sorpresa, o el estallido de alguna de las burbujas financiero-inmobiliarias que hay en China.
¿Y por qué no hablamos de qué pasaría en las bolsas en caso de victoria de Hillary Clinton? Pues porque no pasaría nada. O casi nada. En el corto plazo sería “business as usual”. Tendríamos una o a los sumo dos sesiones claramente alcistas como consecuencia de la sensación de alivio, pero ahí acabaría la cosa.
Bonos
Gane quien gane, no parece un buen escenario para el precio de los bonos. Si bajas fuertemente los impuestos y no tienes una idea clara de cómo compensarlo con otros ingresos —y Trump no parece tenerla—, la respuesta es: más déficit. Hillary, por su parte, no va a bajar los impuestos, pero buscará cualquier hueco —y el apoyo de las cámaras— para incrementar el nivel de gasto público. Y que haya un crecimiento claro de los salarios reales, porque, si no, muchos desfavorecidos que la han votado podrían llegar a la conclusión de que Trump tenía razón, que es la candidata de las elites financieras y tecnológicas. Y la inflación salarial es una de las principales fuentes de presión para la inflación general. En este escenario, ninguno de los candidatos va a tener que presionar a la Reserva Federal para que suba tipos. Los subirá ella sola. Y el mercado de bonos, también.
En cualquier caso, tampoco esperamos una subida importante ni de la inflación ni de los tipos de interés a corto y medio plazo en EE.UU. No hay fortaleza económica como para eso, sea quien sea el presidente.
Oro
Al oro, Trump le vendría muy bien: tensión política internacional, déficit, pugna comercial, gatillo fácil, volatilidad… ¿Qué más se puede pedir? Clinton es la candidata de la certidumbre, al menos así lo parece. Otra cosa es que vayan saliendo cadáveres del armario, que parece que a la candidata demócrata no le faltan, pero, de entrada, Clinton no es la candidata de los inversores que apuesten por el oro.
Víctor Alvargonzález
Director de Estrategia