Un estudio académico de la renta variable global ha demostrado que las carteras que se gestionan con un active share elevado han registrado una rentabilidad relativa superior.
En este post analizamos por qué es importante pensar a largo plazo, centrarse en los fundamentales y tener alta convicción en las compañías que incorporamos a nuestras carteras de inversión.
A la hora de invertir, la convicción que tiene un gestor en los argumentos que justifican la inclusión de una compañía en cartera es clave para obtener una rentabilidad relativa superior a largo plazo. Esto se debe a que la convicción en una idea permite concentrar el capital en las mejores ideas. Una herramienta útil que se utiliza para medir la convicción es el denominado active share. Este ratio cuantifica la diferenciación de una cartera con respecto a su índice de referencia a través de la selección de valores.
El active share se desarrolló en 2006 como una herramienta sencilla para medir la selección de valores, calculada como el tamaño de las posiciones que difieren del índice de referencia expresado como porcentaje de la cartera total. Un análisis de las carteras de inversión de 1980 a 2003 (más tarde ampliado hasta 2009) concluyó que los gestores se han vuelto menos activos con el tiempo1, en parte debido al aumento de la inversión pasiva indexada.
Hemos detectado que las carteras de renta variable global con elevado active share han registrado una rentabilidad relativa superior.2 A 30 de septiembre de 2016, las carteras de renta variable global con un active share elevado (más del 90%) generaron una rentabilidad relativa superior anualizada del 1,16%, 1,18% y 1,25% (rentabilidad neta de comisiones) a tres años, cinco años y desde el lanzamiento. Las carteras con bajo active share (menos del 75 %) obtuvieron resultados mixtos durante los mismos periodos de tiempo. Por lo tanto, podemos concluir que los gestores activos deben invertir de manera diferente al índice de referencia para obtener un resultado relativo superior. El desafío consiste en separar las fuentes de rentabilidades superiores.
Para obtener rentabilidades superiores a largo plazo, en los distintos ciclos de mercado, hay que invertir con convicción, independientemente de los movimientos a corto plazo del mercado. Para lograr convicción en las ideas en las que se invierte, se necesitan los siguientes principios básicos: curiosidad intelectual, flexibilidad, autoconocimiento, reflexión y colaboración. Invertir a largo plazo permite concentrar el capital en las ideas en las que se tiene mayor convicción, y mantenerlas en cartera durante periodos de 3 a 5 años.
Si aplicamos criterios de valoración rigurosos a las compañías de alta calidad —estrictamente definidas como aquellas con ventajas competitivas sostenibles y crecimiento a largo plazo que crea valor—, podemos aprovechar mejor las oportunidades y gestionar el riesgo de nuestras carteras.
Morgan Stanley Investment Funds (MS INVF) – Global Opportunity Fund
Kristian Heugh, responsable del Morgan Stanley Investment Funds (MS INVF) Global Opportunity Fund, busca la revalorización del capital a largo plazo invirtiendo en compañías de alta calidad que el equipo de inversión considera infravaloradas en el momento de compra. El proceso de inversión integra un análisis de sostenibilidad en relación con los cambios disruptivos, la fortaleza financiera, los factores externos de índole ambiental y social y el gobierno corporativo (aspectos recogidos bajo las siglas inglesas ESG), además del análisis fundamental de las ventajas competitivas que potencialmente pueden monetizarse a través del crecimiento.
Miguel Villalba Leirós
Executive Director, Head of Morgan Stanley Investment Management Iberia