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31/05/2017 AUTOR: Virginia Pérez Palomino Análisis & Inversiones

¿Esto es complacencia o solidez de fondo?

¿Esto es complacencia o solidez de fondo?

Si atendemos a la definición de complacencia que da el diccionario (RAE: “Satisfacción, placer y contento que resulta de algo”) y vistas las últimas cifras de resultados publicadas por las compañías, los datos macroeconómicos y el desenlace de las elecciones en Holanda y Francia, los europeos podemos darnos el lujo de sentir esa alegría y contento.

No olvidamos esa liquidez ávida de obtener alguna rentabilidad en un entorno de tipos de interés muy bajos, proporcionando el conjunto sustento a los mercados.

Entender complacencia como que nos estamos durmiendo en los laureles (“Actitud tolerante de quien consiente excesivamente”) que además, es la acepción que se aplica comúnmente en los mercados, y cuyas connotaciones hacen referencia a pasividad, exceso de confianza, laxitud o incluso incapacidad para percibir los riesgos, pues no podemos negar que algo de eso puede haber. Aunque las referencias de contexto indicadas sigan siendo las mismas, hay que enfrentar la fortaleza de los datos macro (los más sólidos de los últimos seis años) al incremento del riesgo geopolítico y la falta de una confirmación efectiva de un cambio de tendencia en la inflación, entre otros.

A pesar de las favorables perspectivas que manteníamos desde principios de año en Europa y de la buena situación de los factores comentados, no esperábamos esta intensa revalorización en poco más de un trimestre (tremenda incluso si la observamos desde los mínimos de 2016) y a base de sentido común, debo reconocer que nos cuesta explicarla. Pero los inversores son/somos así. A principios del pasado año los índices retrocedían como si estuviéramos viviendo una recesión a nivel global y ahora, nada se interpone ante sus expectativas de más y mejores crecimientos en la economía y sus empresas. Estas subidas tan intensas tienen sus riesgos. Los precios objetivo, las valoraciones y expectativas del consenso de los analistas respecto a los precios de cotización actuales están quedando desfasadas; el mercado va muy por delante de la realidad. No queremos decir que no puedan justificarse a largo plazo estas subidas, simplemente que existe el riesgo de que asistamos a algún tipo de corrección/consolidación, una toma de beneficios por la acumulación de los mismos en tan breve período de tiempo.

No les vamos a decir que no se preocupen, pues la inestabilidad que puede provocar Italia, el cambio de sesgo de los bancos centrales hacia una normalización de sus políticas monetarias, el “no avanzar” de Trump hacia el cumplimiento de sus promesas electorales o que la revisión al alza de los beneficios empresariales citada, pueden provocar ciertos momentos de inseguridad. Pero una vez realizadas las pertinentes advertencias y pensando en las expectativas de mercado, en nuestra opinión, estas son bastante halagüeñas. El giro dado en los últimos meses por la economía, el crecimiento económico, el dejar atrás un espeluznante escenario deflacionista y el cambio de percepción por parte de los agentes económicos (que han pasado del submundo pesimista a una visión optimista del futuro), nos presenta la vuelta a una fase expansiva, un gran ciclo alcista de largo plazo, de años de duración.

¿Lo damos ya por confirmado? No, las cosas no son tan sencillas. La verificación de este escenario sólo podremos tenerla a medida que vaya evolucionando. El cambio en la inflación es notable, pero aún es pronto para poder asegurar una variación en la tendencia de la misma; los indicadores adelantados sugieren crecimientos superiores a los actualmente estimados, pero hemos de verlos. Tras las intensas subidas de los índices, que esas expectativas no se confirmaran podría hacer girar a la baja bruscamente a los mercados. Otro punto a vigilar muy de cerca es el desarrollo, en próximas semanas, del sector Recursos Básicos. La caída en las materias primas, por ahora, se enmarca dentro de una corrección normal tras las potentes alzas del pasado ejercicio. Una caída continuada de sus precios podría resucitar el fantasma de meses pasados de un desplome del crecimiento de China.

En definitiva, nuestro escenario principal es un cambio estructural de largo plazo, que pasa por la normalización monetaria, subida de tipos de interés a l/p, lento y gradual repunte de la inflación, dinámica positiva en la evolución de los resultados empresariales y estabilización en los precios de las materias primas. ¿Y la variable Trump?, me preguntan. No sólo de Trump viven las bolsas. Sólo hay que ver cómo en estos momentos, en los que el nuevo presidente vive sus horas más bajas y donde las significativas reformas esperadas cada vez parece que serán más insignificantes, los índices americanos marcan nuevos máximos históricos porque la expansión del ciclo económico global lo vale, así como esa recuperación en los beneficios de las compañías tras trimestres continuos de estancamiento.

¿Que tenemos unas valoraciones exigentes y unos niveles de volatilidad históricamente bajos? Sí, es cierto. Pero ya saben, es lo que tienen los mercados alcistas.

Virginia Pérez
Responsable de Variable Renta Variable

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