Desde la victoria de Donald Trump el pasado mes de noviembre mucho se ha hablado de lo beneficiosas que podrían ser para las bolsas las propuestas electorales del nuevo presidente. Muchas de ellas encaminadas, desde su punto de vista, a revitalizar la economía estadounidense.
Si atendemos a algunas de las posibles reformas de la nueva Administración, desde el punto de vista fiscal encontramos la reducción del impuesto de sociedades, del impuesto de la renta e incluso la bonificación a la repatriación de los beneficios que las empresas hayan generado en el exterior durante los últimos años. También se encuentra la intención de subir el salario mínimo, una “importante” inversión en infraestructuras y la posibilidad de rebajar la regulación empresarial, a pesar de que de todo esto a día de hoy no se ha concretado nada, como sí ha sucedido con las novedades referentes a los acuerdos multilaterales de comercio.
En caso de tomarse estas medidas o parte de ellas, no es descartable una reaceleración de la economía norteamericana con unas tasas de inflación superiores y cercanas a los niveles objetivo de la Fed, apoyadas en parte por el incremento de los salarios que ya se ha empezado a dar en 2016. Y he aquí la gran diferencia con Europa, donde la inflación subyacente (sin tener en cuenta el precio del petróleo y de los alimentos) ha permanecido prácticamente invariable, pues en EEUU sí que se ha incrementado.
Trasladando esta situación a los mercados de valores, esa reactivación económica se tendría que ver reflejada en los resultados de las empresas con un crecimiento de los beneficios que justificaría las valoraciones de los índices estadounidenses que tan en duda se han puesto últimamente.
Pero si hay un tipo de empresa que se podría beneficiar por encima del resto en esta nueva coyuntura, ese sería el de las compañías de pequeña capitalización, ya que un mayor crecimiento económico apoyado en la demanda interna y por ende en un mayor poder adquisitivo de los ciudadanos, son buenas noticias para estas empresas ya que la gran mayoría de su actividad se desarrolla en el interior de EEUU. Aquí encontramos otra diferencia sustancial con Europa, ya que en el Viejo Continente las empresas de características similares obtienen gran parte sus ingresos fuera de la región, situación que no es negativa pero que trataremos en otra ocasión.
Volviendo al tema que hoy nos atañe, la renta variable estadounidense, y en concreto a las empresas de pequeña capitalización, el panorama que se les presenta es halagüeño, por lo que siendo selectivos a la hora de elegir el fondo de inversión, la oportunidad de inversión es realmente atractiva.
Javier Monjardín Álvarez de Estrada
Director de Análisis