El futuro digital del mundo está en juego y nadie quiere quedarse atrás, de modo que conseguir las conexiones a internet más rápidas y fiables se ha convertido en la prioridad de todo gobierno, de cualquier país, que no quiera quedarse fuera de juego.
Pero, ¿cuán profundo es este cambio tecnológico?, ¿no tuvimos ya en su momento una mejora pasando del 3G al 4G? Para hacernos una idea, la primera ministra Theresa May acaba de cesar fulminantemente a su ministro de Defensa, Gavin Williamson, por ser el responsable de unas filtraciones a la prensa de las deliberaciones de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional sobre el papel de Huawei en el despliegue de la red 5G. Incluso Donald Trump llegó a considerar la creación de una empresa de servicio público de 5G, que estuviese financiada por el Estado, un proyecto que supondría miles de millones de dólares a la altura de la carrera espacial.
La conectividad 5G no es una simple mejora, es un cambio profundo clave para los Estados, como lo fueron otras infraestructuras como el transporte o la energía, que supone transitar hacia la quinta generación de sistemas de comunicación inalámbricos y permitirá el pleno desarrollo del internet de las cosas, la impresión 3D, la industria 4.0, la conducción autónoma, el uso masivo del big data, la realidad virtual, robótica avanzada, telemedicina… Una ingente cantidad de datos, que precisa un ancho de banda con el que las redes 4G no cuentan.
El alma de la nueva economía, de las grandes innovaciones de los próximos años no será posible sin el despliegue de esta tecnología. Supondrá un tiempo de respuesta de la red de un milisegundo, una capacidad 100 veces mayor que la actual 4G, un servicio más confiable, más dispositivos conectados simultáneamente y un ahorro de energía de un 90%. No se trata de que las personas se comuniquen sino de hacer que los objetos hablen entre sí.
¿Quién está construyendo 5G? Los cuatro operadores de telefonía celular a nivel nacional en Estados Unidos —Verizon, AT&T, T-Mobile y Sprint— están desarrollando y probando tecnología de red 5G. Además, los fabricantes de chips, incluidos Qualcomm e Intel, trabajan en procesadores y radios que permiten las comunicaciones 5G. Y las principales compañías de equipos de red —entre ellas Nokia, Ericsson y Huawei— están construyendo la red troncal y el equipo para respaldar 5G. (Fuente: CNN)
El esfuerzo en inversiones no es menor: de hecho, según la Comisión Europea, serán necesarios cerca de mil millones de euros para que en 2020 todos los países de la Unión Europea tengan, al menos, una ciudad con tecnología 5G disponible comercialmente y alcanzar la cobertura total en 2025. Un esfuerzo inversor bárbaro, pero sin él, Europa podría quedar detrás de China o EE.UU en esta carrera tecnológica mundial. El Gobierno chino está implementando un gran plan central para actualizar su fibra; esto colocaría al país a la cabeza de la innovación, rivalizando como potencia con EE.UU. Una enorme fuente de preocupación para la administración Trump y luego hablan de “guerra comercial”.
Estas grandes potencias libran una batalla por la supremacía, que no solo las enfrenta en el plano económico, tecnológico o comercial, sino en el ámbito de la industria de seguridad y defensa. Ya saben de lo que hablo: seguridad nacional.