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08/07/2016 AUTOR: Estrategias

Seguirá la volatilidad porque es el año de la volatilidad

Seguirá la volatilidad porque es el año de la volatilidad

Llegamos al ecuador del año, un momento excelente para revisar qué les dije hace seis meses y qué cambiaría.

Y no me hace falta reflexionar mucho para decirles que creo que el mejor consejo que puedo darles para encarar la segunda parte del año es que hagan exactamente lo mismo que les aconsejaba para la primera. Les dije que 2016 sería el año de la volatilidad —así se llamaban las conferencias de estrategia que di al inicio del año—, volatilidad que viene generada por un periodo de máxima incertidumbre política y económica. Genialidades políticas como el brexit, o económicas —como que los bancos italianos necesiten un rescate— me reafirman en que la incertidumbre sigue presente.

Podría tratar de ser original y proponerles nuevas ideas “semestrales”, como si el hecho de cambiar de semestre cambiara algo en la economía, la política o los mercados. Pero ya son muchos años de profesión para saber que los mercados no se mueven con las estaciones del año, sino cuando cambian las circunstancias económicas y políticas que los mueven.

Por si quieren echarle un vistazo, mi estrategia quedó claramente expresada a principio de año en un «post» titulado “Construyendo el edificio”. La idea básica —“los cimientos” la llamaba —era muy simple: en un año de alta volatilidad el sentido común aconseja prudencia y no tomar grandes riesgos bursátiles, especialmente cuando teníamos opciones tan interesantes— y menos arriesgadas— como la renta fija corporativa.

Recordemos algunos párrafos de aquel “post”:

“La cuasi certeza de que 2016 será un año inestable aconseja, de entrada, que el edificio se parezca más a una pirámide que a un rascacielos. Una pirámide de base amplia”

“En consecuencia, el peso de la renta variable deberá ser siempre reducido —dentro de las características propias de cada perfil de inversión—, al menos hasta que no esté claro que la volatilidad vuelve a su media histórica”.

“La volatilidad está para quedarse”. Así se titulaba el epígrafe que incluía estos párrafos. Permítanme insistir en ello. No sabíamos —ni sabemos— por dónde vendrá el nuevo brote de volatilidad, si por un referéndum que salga mal en Italia, desde China o vaya usted a saber por qué. Lo importante es que hasta que no remita este entorno de continuos sobresaltos, la renta variable y el riesgo en general, mejor en platos pequeños.

Sólo cambiaría mi actitud ante un cambio sólido y sustancial en la tendencia del principal índice bursátil del mundo, el S&P 500. Me refiero a la posibilidad —muy real— de que rompa sus máximos históricos después de casi dos años de movimiento lateral. Pero manteniéndonos de momento dentro de la estrategia general que creo expresaba muy bien este párrafo de aquel artículo:

Sólo aumentaría (el peso de la renta variable) —ligeramente— aprovechando las grandes caídas del mercado. Pero para volver automáticamente a su tamaño original después de las subidas.

Y aquí entra el único matiz a lo que comentaba entonces: si aprovechamos las caídas, que sea sólo para tomar posiciones en EE.UU. La Unión Europea ha decidido dispararse un nuevo tiro en el pie —habría que analizar con tranquilidad por qué se han ido los británicos— y le queda munición para seguir haciéndolo. Así que, hasta que la mediocridad y la falta de visión den lugar al liderazgo, el realismo y la responsabilidad, en caso de tener renta variable, mejor en EE.UU. que en Europa.

Cierto, “viene” Trump. Da miedo. Y Hillary es una muy mala candidata. Pero creo que la única forma que tiene el primero de ganar a nivel nacional —no es lo mismo una convención que las elecciones— es moderar su discurso y su actitud, en cuyo caso sabríamos que este señor tiene su lado pragmático, y eso reduce el peligro. Y cuidado: muy mal tiene que hacerlo Hillary para que le gane Trump. Al menos el Trump de las primarias que ofende a latinos, mujeres y casi todo lo que se le pone por delante.

En cualquier caso, en Norteamérica hay riesgos. Siempre los hay en las inversiones bursátiles. Pero es que en Europa no son riesgos: son realidades que cada vez que se materializan ponen los pelos de punta. La única buena noticia europea la ha dado España con el resultado de las elecciones. Pero no nos sirve de mucho, porque la fuerza centrífuga de los problemas europeos absorbe cualquier buena noticia a nivel nacional. Excepto en la deuda pública española, clara beneficiaria de que no gobierne alguien que planeaba incrementar en 60.000 millones de euros el gasto público. Europa es un campo de minas.

Víctor Alvargonzález
Director de estrategia

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