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12/05/2014 AUTOR: Varios

Pongamos que hablo de mercados

En el artículo anterior trataba de crear un kit básico de supervivencia para “ahorradores al borde de un ataque de nervios”, ataque motivado por la caída del dios Ladrillo y su apóstol Depósito, caída que obliga a los inversores más conservadores a buscar alternativas y adentrarse en el cada día más complejo mundo de los productos que elaboran las entidades financieras, cada día más vendedores y menos asesores.

La rentabilidad que daba el depósito al 3%, el mantra del “ladrillo nunca baja” y la existencia de un estrecho mercado de alquiler que permitía obtener buenas rentas, actualizadas, además, con un IPC que era siempre al alza –y que ahora podría llegar a ser negativo- hacía del rentista español el ahorrador más acomodado del mundo. Pero la economía es cíclica, el entorno ha cambiado y toca buscar buen asesoramiento financiero, incluso siendo un inversor muy conservador.

Pero hay otro tipo de ahorrador del que no nos podemos olvidar porque probablemente sea el que ocupa el segundo lugar en cuanto a número y volumen después del ahorrador puro, un ahorrador que yo ya llamaría inversor moderado. El apellido moderado lo incluyo en el sentido de que busca superar claramente lo que da un depósito bancario a un año y está dispuesto a asumir cierto riesgo, incluso de una pérdida moderada, a cambio de conseguir su objetivo. Los inversores con este perfil salieron de los mercados financieros –fondos, bonos, acciones– para aprovechar los extratipos bancarios y ahora se dan cuenta no sólo de que fue un error (ver “Qué error, qué inmenso error”), sino de que, si quieren obtener una buena rentabilidad, tienen que volver a convertirse en cierta medida en inversores y dejar de ser sólo depositantes.

Sin duda, los consejos del artículo anterior “¿Y yo que hago con mis ahorros?” deberían leerlos también los inversores de riesgo moderado, y si ha sido el caso y no les han colocado todavía el producto estructurado, garantizado o de rentabilidad objetivo de turno que les ha dejado atados al banco –y a un uno y pico por ciento de rentabilidad- durante años, están a tiempo de aprovechar que son gente que por edad, situación patrimonial o forma de ser pueden permitirse asumir ciertos riesgos para obtener resultados superiores a los del ahorrador del que nos ocupábamos en al artículo anterior. Así que vamos a darles algunos consejos fundamentales que, además, no encontrarán en los libros de texto, sino en la calle, es decir, son los que le daría quién lleve tiempo trabajando en los mercados financieros.

Los mercados tienen su ritmo y su evolución no va en paralelo a la de la economía “real”, aunque converjan en el tiempo

Si piensa que invertir es tan fácil como comprar acciones cuando “la economía va bien” y vender cuando “va mal”, entonces empieza mal. Si así fuera, todo el mundo sería millonario. Pero los mercados anticipan situaciones de futuro. Desgraciadamente hay que mojarse y yo que usted, escucharía más a quien le proponga ideas de inversión razonables con visión de futuro que a quien le venda algo basándose únicamente en rentabilidad pasada. Es como en el mundo de los medios de comunicación: una noticia puede ser muy importante, pero una vez la ha publicado todo el mundo, deja de ser noticia, no hay valor en ella. Pues lo mismo ocurre en el mundo de las inversiones.

Quien entrara en bolsa española o en bonos del estado español cuando el país estaba en la Champions League del presidente Zapatero – y a punto, según él, de superar a Francia, nada más y nada menos– sufrió a continuación la caída de la bolsa y del valor de los bonos, cuando se descubrió que todo era humo, que el ladrillo baja, que no se había hecho absolutamente nada por detener la expansión salvaje del crédito que había generado una burbuja inmobiliaria brutal. En fin: que no se había levantado la alfombra para mirar lo que había debajo. Pero la economía teóricamente “iba bien”.

En sensu contrario, quien invirtió en bonos españoles cuando empezaba a verse la luz de la recuperación de la credibilidad crediticia de España, propiciada por el esfuerzo de los españoles – que no del Estado –, ciudadanos que se han apretado el cinturón para que quedara claro que los españoles pagamos nuestras deudas, ese acertó en el timing (ver “Me apuesto una cena a que …” o “Un 5% relativamente seguro”), fue el que se anticipó a la jugada. En cuanto a la inversión en bolsa española, el momento no será cuando la economía esté totalmente recuperada, sino ahora, y especialmente lo fue hace unos meses.

En otras palabras: es como quien apostara por el Atlético de Madrid cuando llegó Simeone (y lo digo como un halago al Atleti). Y la pregunta es lógica: ¿quién podía imaginar que Simeone montaría y dirigiría como lo ha hecho ese equipo? Pues yo no, porque mi conocimiento del mundo del futbol es a nivel usuario, pero he escuchado a expertos decir que ese Atlético llegaría lejos. Pues ya ven. Y lo mismo en los mercados. Ya sé que hay expertos y expertos –como en todas las profesiones- , y si todos fueran buenos, todos los clientes estarían encantados y no es el caso, pero qué duda cabe que igual que hay gente con ojo para el futbol –o el fichaje de jugadores – lo mismo ocurre entre asesores y gestores financieros, se lo aseguro. Así que al consejo que encabeza este apartado añadimos otro: si puede, trabaje con un asesor de confianza. ¿Que no es fácil de encontrar? Claro. Yo he tardado años en encontrar una abogada de plena confianza personal y profesional, y he tenido que ir a buscarla a Valencia. Pero ahora estoy encantado. Y lo mismo me pasó hasta que encontré un buen médico de cabecera (afortunadamente ese vive en Madrid)

No conduzca mirando solo al espejo retrovisor

Este es un corolario del consejo anterior. No elija sus inversiones basándose exclusivamente en la rentabilidad pasada de un producto, valor o activo financiero. Elíjalo por sus expectativas de evolución futura. Y si lleva tiempo haciéndolo bien, asegúrese de que mantiene el viento a favor y que lo que motivó esa buena evolución sigue en pie. Está comprobado que los inversores que más se equivocan son los que sólo compran lo que fue bien en años anteriores, igual que sería fácil comprobar que todos los conductores que no miran hacia delante se salen de la carretera en la primera curva. Curiosamente, ningún conductor en estado normal conduciría mirando sólo al retrovisor, pero entre los inversores– y sobre todo entre quienes les venden productos financieros- es la regla, no la excepción.

Los consejos de la abuela

Está comprobado que a largo plazo como más se gana es invirtiendo en acciones, no en depósitos. Ni en bonos. Pero lógicamente da miedo. El caso es que una inversión puede ser muy conservadora si usted quiere que lo sea. Cuando usted compra un piso como inversión aprovechando que está a buen precio (y este artículo está dirigido a inversores moderados, no a especuladores), lo compra para alquilarlo y obtener unas rentas. Y mientras el inquilino pague, usted tan contento. No mira todos los días en la prensa si un piso similar sube o baja de valor. Entonces: ¿por qué no hace lo mismo con las acciones que cotizan en bolsa y que dan un buen dividendo? Mientras el dividendo se mantenga y si no necesita vender. ¿para qué preocuparse?

Es una visión tan conservadora que, de hecho, era lo habitual hace muchos años, cuando abuelas y abuelos tenían su carterita de acciones y bonos para cobrar el dividendo o cupón y listo. Lo único que hay que tener cuidado es en lo de “comprar a buen precio”, pero eso no es tan difícil si lo que vamos es a por el dividendo. ¿A usted le parece bien un cupón anual del 4,3%? Pues eso es exactamente lo que obtendría ahora mismo si se hace una cartera de acciones con los 35 valores del Ibex en la misma cuantía que ponderan en dicho índice. Compare con lo que da un depósito o el alquiler de un piso en relación con su precio y ya sabe si es nivel atractivo o no. Y si tiene un buen asesor que le ayude a seleccionar las acciones que no sólo vayan a mantener ese dividendo sino que pueden aumentarlo en el futuro según mejore la situación económica, pues mucho mejor. Pero un 4,3% sin necesidad de asesor tampoco está mal, ¿no? En cuanto al timing de la renta fija (bonos), vea el artículo anterior (“¿Y yo que hago con mis ahorros?”)

No todo es blanco o negro

Una de mis anécdotas favoritas es aquella del cliente que le dijo al banquero JP Morgan que era perfectamente consciente de que tener su dinero en acciones era lo más rentable a largo plazo, pero que desde que lo hacía “no dormía bien ni una noche”. JP le miró y le dijo: “Empiece a vender poco a poco y deje de hacerlo el primer día que consiga dormir de un tirón, porque ese es el porcentaje de acciones que usted tiene que tener en cartera”.

Cada persona tiene un nivel de tolerancia ante las oscilaciones bursátiles y estar fuera de ese “umbral de tolerancia” sólo trae malas consecuencias. Si el momento es bueno para comprar -normalmente, cuando el mercado ha bajado mucho durante mucho tiempo- diversifique entre depósitos, bonos y acciones (y a través de fondos de inversión le saldrá muy rentable fiscalmente hablando). Tener cierto porcentaje de renta variable en cartera le dará esa rentabilidad adicional -y a los precios actuales una buena rentabilidad por dividendo-. En el mundo de los mercados y las inversiones las cosas no son blancas o negras. Hay muchos tonos de gris y se puede dormir muy tranquilo, aunque una parte de sus inversiones sean más volátiles que otras. La cuestión es establecer cuánto tiene que invertir en cada tipo de activo, para lo cual o bien le ayuda su asesor a establecer ese perfil de inversión o si no es el caso siempre puede acudir al consejo de JP Morgan.

Que pasen un buen fin de semana.

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