Buenos días.
Abrimos una semana que nos recuerda que el final de año está cercano, no por el frío o por el temprano anochecer, sino porque este jueves es el día de Acción de Gracias, quintaesencia del espíritu genuinamente americano, que precede al «viernes negro», es decir, el inicio de las compras navideñas y por ende del grueso de los resultados anuales de varias compañías.
Pero más en el corto plazo, el fin de semana nos ha devuelto la atención hacia Oriente Medio, por una vez con noticias esperanzadoras. El histórico y casi impredecible acuerdo entre Irán y EEUU (y otros), por el que el primero frenará sus aspiraciones nucleares a cambio de ver suavizadas las sanciones internacionales, significa en el corto plazo caída del petróleo y subida de los activos de riesgo, pero conviene no olvidar que la diplomacia nuclear es altamente volátil y que lo conseguido hoy puede convertirse en papel mojado en cualquier momento.
Europa, que en esto de los asuntos internacionales pocas veces cuenta con una única voz, aún sigue a vueltas con el proceder del sector financiero o de la política monetaria. El miembro del BCE Jörg Asmussen, a veces tan alemán y otras no tanto, ha querido desinflar las opciones de que la facilidad marginal de depósito pase a terreno negativo, en la línea de lo expresado por su jefe Súper Mario, que también aprovechó la presencia de los medios para exigir, que no pedir, avances en materia de implementar un programa para los futuros rescates de la banca. A nivel macro, los dos datos europeos del viernes correspondían a Alemania, cuyo PIB creció tres décimas, al tiempo que el IFO, indicador del clima de negocios, ascendía hasta sus niveles más altos en año y medio.
Como apunte para concluir, sorprende que en plena vorágine reguladora y de control para evitar nuevas crisis y desequilibrios, los ciudadanos suizos hayan optado por desmarcarse de esta tendencia, al rechazar en referéndum la limitación de los sueldos de los directivos.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones
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