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22/12/2014 AUTOR: Víctor Alvargonzález Jorissen Varios

Los Reyes Magos han llegado y nadie se ha enterado

No es fácil ganar en los mercados. Si lo fuera, todos los inversores serían ricos y, obviamente, no es el caso. Por eso, es muy importante aprovechar cualquier oportunidad. Y entre la tipología de oportunidades hay una que podríamos llamar “aprovechar cuando los arboles no dejan ver el bosque”. Consiste en aprovechar que muchas veces la gente se queda en lo inmediato y relativamente menos importante y no se fija en cosas importantes que pueden ser menos evidentes a primera vista. En el bosque, vaya.

Ahora mismo, las bolsas europeas andan revueltas por el tema de Grecia. Sin duda es un tema importante, pero lo es sobre todo a corto plazo, porque, salvo que los griegos decidan irse del euro o el resto de la Eurozona les ofrezca una salida digna, esta nueva edición de la tragicomedia griega es un déjà vu de las anteriores. Y dada la obcecación de los políticos por mantener en el club a un socio que no puede pagar la cuota -y que ateniéndonos a sus propias encuestas considera que sería más feliz fuera del club- lo más seguro es que esta nueva edición de la tragedia que es para Grecia estar en el euro se arregle como siempre: poniendo dinero, llámese quita de deuda (condonación) o rescate, del tipo que sea.

El caso es que, mientras nos morimos de miedo por algo que básicamente sabemos cómo va a acabar, no nos damos cuenta de dos cuestiones de muchísimo mayor calado económico

Si al final hay elecciones anticipadas y gana el partido antieuropeista, habrá que poner más dinero porque serán negociadores más duros (¡cuidado, que me voy, eh!) y si no hay elecciones anticipadas habrá que poner –condonar, perdonar- menos créditos o aportar menos “ayuda financiera”. Por supuesto, siempre está abierta la opción que tanto miedo da al mercado y a los políticos de reconocer la evidencia y solucionar el problema de una vez por todas con la salida de Grecia del euro –que no de la Unión Europea-, apoyada en un «Plan Marshall” específico para su economía y condiciones muy favorables de salida, como puede ser que, aunque no estén en el euro, no paguen aranceles en sus exportaciones a la Eurozona durante, por ejemplo, diez años.

Con una moneda nacional adaptada a la realidad, es decir, devaluada, que sería competitiva cual divisa emergente, y con el apoyo financiero europeo, la economía griega entraría en un proceso de crecimiento sostenido y sostenible. Y tanto los griegos como el resto de los europeos serían más felices. Especialmente los alemanes, que son los que pagan la mayor parte de la factura. Los griegos también tendrían que acostumbrarse a pagar impuestos y otras pequeñeces de ese estilo, pero eso podría ir en el pliego de condiciones del apoyo.

El caso es que, mientras nos morimos de miedo por algo que básicamente sabemos cómo va a acabar, no nos damos cuenta de dos cuestiones de muchísimo mayor calado económico. Y si la solución es la más radical, la que acabo de comentar -lo cual es muy improbable porque la política no se basa en el sentido común- al final analistas y gestores se darían cuenta de que “muerto el perro, se acabó la rabia”. Y de que hablamos de una economía que representa no mucho más del 2% del PIB de la Eurozona. Y de que el gran temor de políticos y mercados, el contagio de un Grexit a países como España o Italia, se soluciona en cuanto los mismos analistas se den cuenta de que económicamente Grecia no es para nada como España o Italia, algo todavía más evidente, si cabe.

Así que apartemos los “arboles griegos” y miremos al bosque del resto de Europa.

1. La bajada del precio del petróleo es un auténtico “maná” para Europa

Tiene gracia que, entre los asuntos que han asustado a los inversores y se supone han colaborado a la reciente bajada de las bolsas europeas, esté la fuerte caída del precio del petróleo. Primero, porque esta caída se debe en gran parte a la sobreproducción de crudo y al dumping que hace la OPEP para cargarse a las empresas de fracking norteamericanas, y no sólo a la debilidad de la economía global. Esto último es cierto, hay menos demanda, pero no creo que sea motivo suficiente para que el petróleo caiga un 40% en unos meses. Que ante este panorama baje la Bolsa de Caracas o la de Moscú es perfectamente lógico. Pero, ¿que bajen las bolsas europeas porque caiga el precio de los carburantes? La europea es una de las economías más dependientes del precio del crudo que existen. Y no piensen solo en la gasolina: piensen, por ejemplo, en la calefacción …. ¡en pleno invierno!

Echando números, una caída de 40 dólares por barril traslada 1,3 billones de dólares -con “b”- de los países productores a los países consumidores. Y los europeos somos consumidores de primera. Podríamos estar hablando del equivalente a una subida de sueldo del 2% anual para el automovilista medio, a lo que habría que sumar el ahorro en calefacción. Hombre, en el caso español, y conocida la política económica del Gobierno, podrían tener la tentación de meter un impuestillo aquí y otro allá en los carburantes. Pero estando relativamente cerca las elecciones, dudo de que ni siquiera un Gobierno que ha decepcionado tanto a sus votantes hiciera algo tan suicida.

2. El BCE tarde mal, a rastras … ¡y ahora “esto”!

Nuestro insigne Banco Central Europeo (BCE), que teóricamente tiene como único y exclusivo mandato mantener la estabilidad de precios, definida por ellos mismos como “una inflación cercana al 2%”, tiene la susodicha inflación en el 0,3%. Y no vean a dónde se va a ir el IPC según se vaya trasladando la caída del precio de los carburantes a las gasolineras y a las calderas. Ya estoy eligiendo el menú para la cena que me aposté hace meses a que la eurozona acabaría con un IPC negativo, como es el español desde hace meses. Pero aunque parte de la desinflación que vive Europa tenga como origen la bajada del precio del petróleo, que es, como ocurre con el colesterol, la “buena”, ni es el motivo principal –los precios entraron en tendencia bajista mucho antes de que empezara la caída del precio del petróleo– ni excusa al BCE para no ir a trabajar.

El BCE no es el Ministerio de Economía europeo, es el Banco Central, y su misión es que no tengamos ni deflación ni exceso de inflación. Estabilidad de precios. Punto pelota. Y como no se pongan en marcha pronto, nos esperan bastantes meses de IPC negativo, porque, además, si bien la bajada del precio del petróleo a estos niveles seguramente será temporal, yo creo que esa “temporalidad” será de meses, o incluso de más de un año. Y probablemente me quede corto. En otras palabras: el impacto desinflacionista será largo.

La ultima excusa que han puesto los del BCE para no hacer nada serio es que iban a esperar a “ver cómo se desarrollaban las medidas ya en vigor”. Pues ya lo saben: no se han desarrollado. Los préstamos baratos que tanto iba a demandar el sistema han sido una decepción. ¡Pero cómo no lo iban a ser! Con una economía europea estancada y tendencia a la baja en casi todos los indicadores macroeconómicos, ni los bancos quieren prestar ni los consumidores y empresas pedir prestado, aunque te den el dinero casi regalado. Es algo tan obvio que da miedo pensar que quienes dirigen nuestro destino económico no se den cuenta de ello.

Así que, visto el fracaso de la TLTRO y de que poner los tipos a cero no sirve de nada si lo haces con meses de retraso y yendo detrás de los acontecimientos, el BCE se va a tener que levantar de la poltrona y ponerse a currar. En otras palabras: llevar a cabo el estímulo monetario que compense la falta de estímulo gubernamental, ya que los gobiernos europeos se ponen de perfil y evitan lo que sería una solución mucho mejor: bajar impuestos con cargo a los “michelines” del estado -especialmente fácil y evidente en el elefantiásico Estado español y con ese dinero fomentar la demanda y apoyar el esfuerzo-. Que funcione el mercado, en otras palabras, y no tirar de la máquina de hacer billetes del BCE. Pero un IPC negativo les permite a los gobiernos pasarle la bola al BCE. Oiga, ese es su “negociado”, dirán. Y el BCE no va a tener más remedio que jugar. Porque, o juega él, o se nos va a poner cara de japoneses.

3. Concluyendo….

Este es el bosque que no ven quienes no están invertidos en Europa o no aprovechan los recortes para hacerlo:

Bajada del precio de los carburantes + QE = Puesta en marcha del motor económico europeo.

Los mercados pueden ser cortoplacistas, incluso no ver las cosas durante cierto tiempo (ahí está la oportunidad). Pero no son tontos y, salvo que el BCE vuelva a hacer dejación de responsabilidad y olvidar de nuevo su mandato –y cada vez tiene más difícil el “escaqueo”– los inversores acabarán viendo el bosque, es decir, la importancia que tiene la ecuación anterior para la economía. Y se reflejará en las bolsas europeas. Al tiempo.

¡Buen fin de semana!

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