Este arranque de año no nos está trayendo de momento nada que se salga de lo normal ni de lo que venimos viendo desde final de año.
Las rentabilidades de los bonos se han estabilizado tras el fuerte repunte y las bolsas, aunque han abierto con subidas generalizadas, tampoco se han pegado otra subida como la de noviembre-diciembre. En esto último, los índices de EEUU son el máximo exponente en la medida en que, siguiendo «de máximos», tenemos al Dow Jones sin capacidad de romper la barrera psicológica de los 20.000 puntos.
Lo que sucede con el petróleo tampoco es una novedad, sino lo normal en un mercado que ha pegado un cambio radical con la aparición de las nuevas técnicas de extracción. Ver cómo se desinfla el precio del barril entra dentro de la lógica de mercado por dos razones. La primera es la falta de respeto literal sobre ese acuerdo de reducción de la producción. Y la segunda, en caso de que sí se cumpliera con lo firmado, es que los frackers norteamericanos están plenamente operativos para volver a entrar en acción a poco que cubran costes.
En cuanto a la macro tampoco podemos destacar cambio alguno en la buena marcha que ha adoptado los países occidentales y muchos de los emergentes. La jornada de ayer no nos trajo ni variaciones ni datos de relevancia más allá de las subidas de la producción industrial francesa, de la confianza de las pequeñas empresas de EEUU o de los inventarios también de aquel país.
Para cerrar por hoy tocamos otro poco de «amarillismo», esta vez no referido a ningún banco europeo o escandalera política: ahora a lo que podría ser el final del dieselgate de Volkswagen después de que la compañía haya acordado el pago de 4300 millones de dólares para zanjar el asunto con las autoridades estadounidenses.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones
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