Buenos días.
No fue el de ayer un día repleto de novedades, pero sí con un mensaje que nos vendría bien a los europeos que calase hondo entre quienes dicen trabajar para solucionar nuestros problemas: por si solo, un banco central no está para traernos el crecimiento económico, porque no es su labor y por algo tan simple como que no puede. El discurso de Mario Draghi no es nuevo, pero sí lo que parece el hartazgo de todos los bancos centrales del mundo respecto al apalancamiento de los gobiernos en unas medidas que nos han metido en lo desconocido. Primero fue el Banco de Japón el que dijo que se acabó lo de ampliar los estímulos y ayer fue el presidente del BCE el que parece que quiere seguir su camino. Es decir, responsabilidad a quien le corresponde.
Hablando de Draghi y las inyecciones de morfina monetaria, la actualización al alza de las expectativas de crecimiento e inflación de Europa realizadas la semana pasada no se están dejando notar. Tener el Bund, el bono alemán a diez años, rentando un mísero 0,03% así lo atestigua. Sólo el tiempo dirá si la frase pronunciada ayer por Bill Gross, que califica al mercado mundial de deuda de supernova a un paso de explotar, se acaba cumpliendo.
A nivel fundamental hubo escasez de datos más allá de confirmar que Alemania sigue ampliando su superávit comercial o que el paro semanal de EEUU mantiene una tendencia positiva. Lo más importante de la jornada fue el incremento de los inventarios empresariales norteamericanos, que se espera que estén reflejando la mejora de la actividad económica de dicho país en los próximos meses.
Buen fin de semana.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones
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